FELIPE CALDERON

 Fraude Electoral y Lucha Contra El Narcotráfico

Felipe de Jesús Calderón Hinojosa23 (Morelia, Michoacán; 18 de agosto de 1962)4 es un político
y abogado mexicano que se desempeñó como presidente de México desde el 1 de diciembre de 2006 hasta el 30 de noviembre de 2012. Fue miembro del Partido Acción Nacional (PAN) durante treinta años antes de abandonarlo en noviembre de 2018.5

Su presidencia estuvo marcada por el inicio de la Guerra contra el Narcotráfico, que comenzó casi inmediatamente después de que asumió el cargo, y fue considerada por muchos observadores como una estrategia para ganar legitimidad popular para el nuevo presidente después de las complicadas elecciones.101112 Calderón aprobó la Operación Michoacán, el primer despliegue a gran escala de tropas federales contra los carteles de la droga. Al final de su administración, el número oficial de muertes relacionadas con la guerra contra las drogas fue de al menos 60,000. La tasa de homicidios se disparó durante su presidencia paralelamente a la de la ignición de la guerra contra las drogas, y la tasa de homicidios alcanzó su punto máximo en 2010 y disminuyó durante los últimos dos años de su mandato.

La guerra en contra del crimen organizado perpetrada por el Presidente Constitucional del
mandato 2006-2012, Felipe Calderón, tuvo muchas consecuencias y variados problemas en la sociedad mexicana. En relación con los posicionamientos públicos de los principales protagonistas de esta guerra pueden observarse algunas características que denotan el ejercicio de la política en México, así como la importancia de la figura presidencial en la cultura política mexicana. Dada la relevancia de este fenómeno dentro de la realidad actual mexicana, este artículo lo aborda como un drama con el cual Calderón se erige como el personaje principal, quien planteándose a sí mismo como un cruzado que libraría una lucha en contra del crimen, pasa a convertirse en un político acorralado debido a las consecuencias de la guerra


Calderón inicia la guerra por medio de un acto soberano simbólico (mandar al ejército a las calles), mostrándose ante la audiencia (la clase política y la ciudadanía) como “el de la silla”, cuestión necesaria debido a las difíciles condiciones que encuentra al tomar el poder.4 Para ello pone en movimiento una gran cantidad de recursos materiales para atacar lo que considera es el principal problema que debe ser atendido dentro de la agenda pública: la inseguridad.5 Pero esto no es todo, pues además de la movilización de esos recursos, pone en marcha otros para asegurarse apoyo o, en el peor de los casos, para evitar oposición a su proyecto: recursos simbólicos que constituyen un performance de guerra que le sirve para dar autoridad a la cruzada y establecerla como un proyecto político sagrado.

El problema surge cuando ambos procesos fallan, tanto el intento de mantener alejado de la
“buena” sociedad el peligro de contagio de las drogas como dar autoridad simbólica al proyecto; con esto quedó evidenciada la guerra como un proyecto ajeno a los intereses ciudadanos. En definitiva, se trata de un drama que se inició con un político que se asumía como el cruzado, pero se convirtió en villano.

Fraude Electoral 2006

El domingo 2 de julio del 2006, se celebraron en México elecciones federales, en las cuales se
elegiría al presidente de la República, a los diputados y a los senadores de la cámara baja y alta, respectivamente; además, en la misma jornada se realizaron elecciones locales en nueve estados del país.

Estas fueron oficialmente las elecciones presidenciales más competidas en la historia del país. El candidato declarado como ganador por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (conocido más por como su antecesor el TRIFE) fue Felipe Calderón, postulado por el Partido Acción Nacional, con una mínima diferencia de 0.56% sobre su oponente Andrés Manuel López Obrador de la Coalición Por el Bien de Todos. La oposición representada por esta coalición electoral denunció diversas irregularidades en torno al proceso electoral, antes, durante y después de la jornada comicial del 2 de julio, con la acusación de que se había orquestado un fraude electoral a través de varios factores que incidirían en el resultado definitivo de la elección instituido el por el tribunal.

Las impugnaciones, polémicas, y controversias surgidas en torno a este proceso electoral serían el
punto más álgido alrededor de los sucesos y acontecimientos por los que venía atravesando el país, constituyéndose en una crisis política nacional.

 Debido al margen tan corto entre López Obrador y Calderón, los simpatizantes del PRD exigieron que las autoridades electorales hicieran el reconteo; de hecho, nació la emblemática frase “voto por voto, casilla por casilla”. Sin embargo, el tribunal resolvió improcedente la exigencia.

En respuesta, los simpatizantes de López Obrador bloquearon, durante 47 días, la avenida Paseo
de la Reforma, famosa en Ciudad de México por concentrar edificios de autoridades federales, matrices empresariales, así como negocios.

 El desenlace de los comicios de 2006 derivó en el dictamen del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a favor, por escasísimo margen (0.58% de diferencia), de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN). La toma de protesta del candidato sancionado por el TEPJF fue caótica, de manera -como lo considera Rafael Loyola Díaz- "nunca vista en el México posrevolucionario  a empellones y resguardado por militares, ingresando por la puerta trasera del Congreso de la Unión". 

La pompa y el brillo de ceremonias similares que le precedieron quedaron en el recuerdo, iniciándose la nueva administración pública federal con un pecado original: una legitimidad criticada por las dudas sobre la limpieza, legalidad, transparencia y credibilidad del proceso electoral.




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